Examen visual - 25, Issue 10
Las fuerzas de disrupción existentes en las cadenas de suministro agrícolas – las demandas de producción cada vez más exigentes, el acuciante cambio climático, una mano de obra que emigra a zonas urbanas – han hecho que el nivel de ingresos tanto para agricultores como para trabajadores de sus tierras sea marginal a nivel de producción, si bien los segundos se omiten en el discurso sobre los precios del café.
ANDREA OTTE pregunta: ¿Por qué siguen siendo invisibles los trabajadores de las plantaciones? ¿Qué se puede hacer al respecto? Fotos de JUAN PÁEZ.
Esta baja rentabilidad, combinada con condiciones de trabajo difíciles, a menudo peligrosas, y discriminación contra las mujeres, los migrantes y las minorías, ha llevado a circunstancias de gran dificultad e incertidumbre para muchos trabajadores agrícolas. Para afrontar este problema, a menudo recurrimos a primas relacionadas con certificaciones y con la comunidad del café de especialidad. Estos mercados están pensados para ofrecer una distribución más igualitaria del bienestar y para crear responsabilidad de cara a sostener los estándares sociales y medioambientales a través de unos mecanismos transparentes. Sin embargo, para muchos de nosotros, nuestro entendimiento de estos procesos se termina al llegar a la puerta de la plantación. ¿Están estos movimientos, y nuestra industria como un todo, haciendo lo suficiente para contrarrestar la creciente desigualdad y ofrecer un estándar de vida aceptable para los trabajadores de las plantaciones y sus familias?
Dentro de la industria del café, cuando hablamos de las complejas desigualdades estructurales, tendemos a repetir discursos que discuten los impactos positivos de la creación de unas relaciones simples, a menudo bilaterales, entre los compradores y los agricultores. Aunque la intención es buena, suele tratarse de representaciones incorrectas de unas redes amplias y complejas que incluyen obreros, personas dedicadas a la logística, instituciones financieras, miembros de comunidades locales y más. Incluso el concepto de «comercio directo» sugiere que una reducción del número de actores involucrados en una transacción concreta captará una valor añadido que, de otra manera, se perderá «por el medio». Pero, ¿qué sucede con ese valor extra, una vez creado? Mientras que algunos agricultores (y tostadores, minoristas, etc.) pueden elegir distribuir sus ingresos extra entre sus empleados, no suele haber mandatos que exijan realizar tales inversiones. En un sistema así, que se centra meramente en aquellos que están directamente implicados en una transacción, la decisión de en qué aplicar las ganancias obtenidas en dicha transacción no necesariamente incluye a los que no están dentro de ella. Para los trabajadores de las plantaciones, su existencia fuera de las relaciones entre el agricultor y el comprador pone en peligro tanto sus contribuciones como los riesgos que comporta su trabajo.
Esta falta de visibilidad también está presente en otros aspectos. Se sabe tan poco acerca de los trabajadores de las plantaciones de café que los datos disponibles sobre las condiciones de trabajo y sobre la demografía de los trabajadores a menudo se pierden o están incompletos tanto en las investigaciones académicas como en la bibliografía industrial. Existen excepciones, como el reciente documento técnico de la SCA Farmworkers and Coffee: The Case for Inclusion y artículos como los ofrecidos por líderes de la industria Michael Sheridan y Miguel Zamora, que pueden considerarse como respuestas de perfil alto que examinan de forma específica las condiciones y los problemas a los que se enfrentan los trabajadores de las plantaciones. La comunidad académica es muy similar, con apenas un puñado de artículos centrados en la mano de obra en las plantaciones fuera del contexto de otros problemas sociales o medioambientales. E incluso en estos casos, el volumen de datos fidedignos disponibles es lamentablemente bajo.
Estas lagunas en nuestro entendimiento pueden resultar peligrosas. Por ejemplo, la aceptación general de que los trabajadores son principalmente hombres jóvenes con buenas aptitudes físicas puede llevarnos a hacernos ideas equivocadas acerca de qué tipo de problemas tienen que afrontar estas comunidades, en muchos de cuyos casos hay mujeres, niños, gente anciana y minorías indígenas con unas necesidades y motivaciones determinadas. Estos conceptos erróneos pueden dar como resultado intervenciones organizadas con buenas intenciones pero enfocadas exclusivamente a esas partes de la comunidad con mayor visibilidad. Es más, nuestra falta de aplicación de un marco de trabajo (mano de obra tanto familiar como contratada) a los cálculos de los costes de producción genera una estimación errónea de los recursos necesarios; que resulta particularmente arriesgada considerando que la mano de obra constituye la mayor parte de los costes de producción prácticamente en cada una de las plantaciones de café existentes en el mundo. Como resultado de ello, allí donde los agricultores no son capaces de pagar unos salarios competitivos o donde existen otras oportunidades laborales, cada vez es más frecuente encontrarse con falta de mano de obra, con un aumento de la presión que conduce bien a una explotación sin escrúpulos de la mano de obra o bien al abandono de las plantaciones.
En realidad, la devaluación de la mano de obra ayuda a mantener el precio del café artificialmente bajo – incluso el de especialidad – y la introducción de mejoras significativas requiere una inversión que vaya más allá de los mínimos del comercio justo o incluso de la mayoría de las primas de especialidad. Al igual que en otras industrias (la textil y la electrónica, por ejemplo), en las que la mano de obra sufre una gran explotación a cambio de un producto engañosamente asequible, el café depende de una amplia red de manos flexibles y que trabajan en el momento justo para garantizar que se lleven a cabo las actividades más básicas para el resto de nosotros. Y, al contrario que sucede con otros productos, en el café la mano de obra se oculta tras otra comunidad que igualmente ha contado con una representación discriminatoria: los pequeños agricultores. Pero, mientras que la situación de los agricultores ha sido considerada insostenible a lo largo de amplios y unilaterales debates, recibiendo cada vez más atención en todo el mundo, los trabajadores de las plantaciones siguen estando ocultos. La industria del café debe afrontar este hecho: Esta dispersión del riesgo reputacional, por parte de los agricultores, ofrece un gran beneficio a aquellos de nosotros que nos beneficiamos de una mano de obra barata a costa de los trabajadores de las plantaciones y sus familias. Esta situación no puede y no debe mantenerse durante más tiempo.
¿Quién es el responsable?
Mientras que la evidencia indica claramente la necesidad de un compromiso más fuerte y profundo con los trabajadores de las plantaciones de nuestra cadena de suministro, también hace aflorar preguntas sobre quién debe ser responsable de este compromiso, tanto moral como económicamente. Cada vez son más las voces que reclaman una mejora en las condiciones laborales debido a presiones como la escasez de mano de obra y las nuevas normativas gubernamentales; sin embargo, muchos compradores aún tienen dudas sobre si deben asumir este problema ellos solos. Los desafíos asociados a una mano de obra que sigue siendo enormemente transitoria, poco preparada y rural hace que sea especialmente difícil que la comunidad internacional adquiera un compromiso firme. Del mismo modo, no se puede esperar de los agricultores independientes, muchos de los cuales ya están trabajando a un precio igual o inferior al de producción, que hagan más de lo que está en su mano. Certificaciones como el Comercio justo, a quienes se ha pedido ayuda en forma de soluciones, recientemente han logrado mejoras en los estándares para el bienestar de los trabajadores, si bien la introducción de dichos estándares en el día a día no puede imponerse de forma adecuada por motivos obvios.
Con unas desigualdades de esta naturaleza presentes y con una serie de datos en desarrollo, ¿dónde y por quién deberían empezar las mejores? El deseo del sector de la especialidad de entrar en debate sobre temas delicados es una de sus ventajas, si bien los recursos pueden estar limitados a lo largo de nuestras compañías u organizaciones individuales. Las iniciativas impulsadas por varias partes interesadas, que reúnen los recursos (y dispersan los riesgos) necesarios para ese compromiso con cuestiones multilaterales, han producido generalmente unos resultados mejores que aquellas impulsadas por una sola compañía o persona, especialmente allí donde el conocimiento local resulta esencial. El siguiente caso práctico muestra un ejemplo de lo eficaz que puede parecer un compromiso impulsado por varias partes interesadas en este ámbito. A pesar de la pequeña envergadura del proyecto, su capacidad para conseguir la aceptación por parte de los agricultores y utilizar de forma eficaz diferentes recursos tiene unas implicaciones positivas de cara a lo que futuras iniciativas serán capaces de lograr. Si bien el proyecto nació a partir de conversaciones genéricas acerca de desigualdades en la cadena de suministro, derechos humanos y bienestar, los principales objetivos operacionales del proyecto se orientaban hacia las necesidades localizadas y específicas de los agricultores y trabajadores.
Caso práctico: Cooperativa Aguadas
En Colombia, el mayor productor mundial de Arábica lavado, cada vez es más patente el envejecimiento de la mano de obra, que junto con los costes de oportunidad de otras industrias han hecho que cada año escasee más la mano de obra. Un estudio de 2014 realizado por la organización sin ánimo de lucro Verité concluyó que la alarmante edad media de los aproximadamente 600.000 trabajadores de plantaciones del país es de 55 años. Esto se debe en parte al éxodo de la gente joven, que conoce de sobra las malas condiciones, el escaso salario y las largas horas de trabajo en las plantaciones. Para hacer las cosas más complicadas, la mayoría de los trabajadores de las plantaciones de Colombia ya están ganando por encima del salario mínimo nacional, que está muy por debajo de lo necesario para llevar una vida digna. Por tanto, los reglamentos que se centran en cumplir con el salario mínimo no son eficaces a la hora de retener a los trabajadores; tampoco afrontan otros problemas inherentes al trabajo en las plantaciones, como las cuestiones de salud y la seguridad y el trato en el lugar de trabajo.
En 2017, con la ayuda de nueve organizaciones independientes, se pudo en marcha un proyecto piloto en Colombia centrado en el bienestar de los trabajadores de las plantaciones. El proyecto, que cumple ya su tercer año, involucra a los agricultores y a los trabajadores de las plantaciones de la cooperativa Aguadas, situada en el departamento de Caldas. Trabajando conjuntamente con la cooperativa se encuentran RGC Coffee, un importador canadiense, y Solidaridad, una ONG con sede en los Países Bajos. Estas tres organizaciones forman el núcleo del proyecto, proporcionando una implementación sobre el terreno, canales de comercialización y desarrollo de proyectos. Otras seis organizaciones, incluyendo la SCA, ofrecen una evaluación preliminar, asesoramiento y participación dentro de la industria. A pesar de lo impresionante que resulta contar con esta pluralidad de voces y experiencias, el éxito del programa no llegó debido a la falta de compromiso de los agricultores y de los propios trabajadores.
Uno de los aspectos más innovadores del proyecto es su uso de los recursos existentes para incorporar a los agricultores a la cadena de suministro local. La cooperativa, tras una votación, aceptó el uso de las ganancias obtenidas de la prima social de Comercio justo (para ellos, un recurso finito pero más o menos fiable) para financiar el proyecto, garantizando que cada uno de los agricultores no tuviera que cargar con costes adicionales. Tras la realización de una encuesta preliminar, los líderes del proyecto se dieron cuenta de que los bajos salarios no eran la única razón para la desinversión en mano de obra. Por tanto, se diseñaron las estrategias del proyecto alrededor de seis servicios o mejoras independientes. Se identificaron formas alternativas de distribución del bienestar que fueran atractivas tanto para los empleadores como para los empleados, como la inclusión de trabajadores en planes de beneficios. Los programas de ahorro y los seguros frente a accidentes cubrieron algunas de las demandas institucionales más importantes para que los trabajadores pudieran notar una mejora en su calidad de vida.
En el caso de Aguadas, al no centrarse el enfoque hacia el producto final (la salida física de las plantaciones particulares y las transacciones de pago), no se trata a la mano de obra como un bien de consumo, sino como una colaboración estratégica. Estas estrategias específicas permiten que los trabajadores puedan beneficiarse del valor generado y facilita la evaluación de los trabajadores, por ellos mismos o por terceros, como actores que colaboran de pleno derecho en la cadena de suministro. El proyecto ha alcanzado tal éxito en este sentido que una segunda cooperativa en Caldas, Alto Occidente, ha empezado recientemente a implantar su propia versión. Como indicó Ángela Peláez, directora de sostenibilidad de RGC, esta segunda cooperativa ha experimentado un registro de trabajadores en el programa mucho más rápido, debido al positivo boca a boca generado por los vecinos del departamento.
Si bien los resultados de Aguadas puede que no sean aplicables a todos los trabajadores de plantaciones, ofrecen un ejemplo positivo de un método mediante el cual un problema complejo y sistémico puede afrontarse con el pleno apoyo de la comunidad, tanto local como internacional. Es posible una participación activa en la creación de mecanismos de apoyo a los trabajadores, y no solo los agricultores o las transacciones financieras son los que tienen que pasar a la acción. A través de un reconocimiento, investigación e inversión cada vez mayores en mano de obra en las plantaciones, la industria del café podrá asumir la responsabilidad de garantizar el bienestar de una comunidad de la que todos dependemos.
ANDREA OTTE, comerciante y vendedor en Twin & Twin Trading, tienen un máster en Desarrollo comercial internacional por la Universidad de Londres. Agradecimientos especiales para Ángela Peláez, RGC Coffee y los miembros de la Cooperativa Aguadas. Para obtener más información, visite: www.rgccoffee.com.
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