Creando estabilidad financiera en el cultivo del café: Soluciones ofrecidas por tres jóvenes profesionales del café latinoamericanos - 25: Issue 6
Con una edad media de los agricultores dedicados al café rondando los 55 años y en aumento, muchas familias cafeteras y sus plantaciones se encuentran en un momento de transición, pasando de una generación a la siguiente.
HORTENSIA SOLIS ha entrevistado a tres jóvenes profesionales del café latinoamericanos de tres países diferentes para poder comprender un poco mejor su perspectiva sobre el futuro de la producción del café, los desafíos más apremiantes de la industria y los pasos que están dando para resolver o al menos afrontarlos.
Sobre el papel, trabaja en la producción de café es un camino cada vez más difícil – una complicada confluencia de factores relacionados con la globalización, la política, la economía y el cambio climático ha creado un lodazal de dificultades que los productores de café deben superar. A pesar de esto, tres jóvenes profesionales del café de Latinoamérica – Arturo Aguirre Saenz (39, Guatemala), Diego Alfonso Robelo (30, Costa Rica), e Iliana Delgado Chegwin (30, Colombia) – están integrando la experiencia acumulada por sus familias con un entendimiento del mercado global para intentar superar uno de los desafíos más grandes que deben afrontar en la actualidad: los precios de los cafés. Cada uno de ellos tiene un enfoque diferente.
Aumento de los precios internacionales a través de la integración de la cadena de valores
Arturo, un agricultor de cuarta generación de Huehuetenango, Guatemala, pasó toda su niñez trabajando en plantaciones de café, aunque solo empezó a trabajar en serio en la industria cafetera cuando tenía 24 años. Convertido ahora en Responsable jefe de operaciones de la Finca El Injerto, supervisa la plantación junto con su padre; durante los últimos quince años, su mayor preocupación ha pasado a ser la aportación de valor añadido a los productos de la plantación, empleando su tiempo en la gestión de las ventas y las relaciones. «Comencé a aprender sobre producción de mi padre», dice Arturo, «pero con el tiempo me di cuenta de que necesitábamos acercarnos más al cliente para obtener un mejor precio».
Arturo desearía haber comenzado su trayectoria profesional en el sector de la exportación y el comercio, ya que piensa que habría aprendido unas lecciones muy valiosas para el negocio de su plantación. «Los productores no siempre comprenden cómo funciona la compra y venta internacional del café. Realmente me molesta que los productores con frecuencia tengan que arrodillarse ante los comerciantes». Lamenta que la industria tenga que combatir para que se valore el café, garantizando su sostenibilidad como una iniciativa que correspondiese a los productores.
Reconoce que las certificaciones y la diferenciación de calidad sirven de ayuda para poder mantener los precios altos, pero la mayoría de los agricultores no pueden conseguirlo; como consecuencia de ello en Guatemala hay muchas plantaciones abandonadas porque sencillamente ya no son rentables para los agricultores. Los precios de los cafés están por debajo de los costes de producción. La escasez de mano de obra en las plantaciones de Guatemala, especialmente debido a que la población rural se desplaza hacia las ciudades y emigra a países más ricos, complica aún más el asunto. «Nuestros trabajadores siguen con nosotros porque les pagamos suficiente y les proporcionamos alojamiento y otros beneficios sociales. Sin embargo, es un gran desafío para nuestra industria. Si los precios [del café verde] siguen así de bajos, nadie podrá seguir adelante».
Los esfuerzos de Arturo a lo largo de muchos años para diferenciar los cafés de El Injerto y por integrarlos en la cadena de valores están dando sus frutos: su plantación ha ganado siete premios Cup of Excellence. «El dinero obtenido en estas subastas nos ha dado la oportunidad de reinvertir en la plantación y de construir mejores casas para los trabajadores. Ahora los trabajadores disponen de agua corriente en sus casas. Hemos mejorado el molino, y ahora contamos con mejores accesos a la plantación». Sin embargo, la verdadera integración llegó de una nueva iniciativa: Arturo ha abierto cuatro cafeterías de especialidad y una escuela de café en la ciudad de Guatemala para satisfacer las necesidades del consumidor de café más sofisticado de su país natal, lo que supone una mayor demanda y visibilidad para el café de El Injerto.
Estabilizando y aumentando los ingresos mediante la diversificación
Diego, que acaba de terminar un MBA y pronto asumirá el puesto de Director general de la plantación de su familia, Finca Aquiares, ha optado por un enfoque totalmente diferente. En 2010, recién salido de la universidad, Diego comenzó su carrera en el café como aprendiz en la plantación La Minita Coffee Farm. «Era muy joven e inexperto, así que era el trabajo perfecto para mí ya que me permitió aprender sobre agricultura y certificaciones, marketing y ventas».
Dos años después, volvió a la plantación familiar para ayudar a su padre introduciendo innovaciones en sus productos. Impulsó los esfuerzos de la plantación para lograr la neutralidad de carbono, el procesado de microlotes, la plantación de nuevas variedades y el desarrollo de una estrategia de marca.
«Dentro de 30 años, no creo que ninguna de las plantaciones de la zona sea capaz de sobrevivir solamente con la producción de café», indica Diego. «Los ingresos procedentes de las plantaciones del café son volátiles, y factores como el cambio climático aumentan los riesgos que acechan». El éxito de Finca Aquiares está íntimamente ligado a la capacidad de Diego para gestionar estos riesgos para la empresa.
Diego cree que Finca Aquiares deberá optimizar el uso de sus tierras en un futuro inmediato. «Parte de la tierra ya no sirve para cultivar café; el cambio climático está teniendo un gran impacto sobre las áreas de cultivo de menor altitud. Ahora nos estamos centrando en las áreas de mayor altitud para el cultivo del café. Sin embrago, también [estamos] considerando cómo utilizar [zonas de la plantación] menos adecuadas [para el café] con otros fines que puedan generar más ingresos».
Con el fin de generar más ingresos asegurados, Diego ha empezado a trabajar en dos frentes. En primer lugar, ha empezado a investigar cultivos complementarios y actividades turísticas. «Estamos empezando a experimentar con el cultivo de cacao en algunas tierras. También estamos considerando la plantación de plátanos y flores ornamentales. Sería estupendo que más gente viniera a visitar la plantación, ya que así valorarían más nuestros productos».
En segundo lugar, está buscando colaboraciones con tostadores deseosos de compartir los riesgos del mercado mediante contratos de tres años a un precio fijo. También cree que los tostadores y sus clientes podrían sacar más partido de esta perspectiva a nivel de plantación: «Yo podría ayudar a transmitir el mensaje y ayudar así a vender mejor [nuestro] café en ciertos mercados de consumidores».
Informando sobre costes de producción más exactos a través del estudio
Para Iliana, una emprendedora del café que ahora trabaja con una empresa exportadora de café para tener una perspectiva más amplia de la producción y la venta del café, el mayor desafío consiste en que simplemente no sabemos cuánto cuesta producir el café.
Según Iliana, hay una absoluta falta de conocimiento sobre los costes de producción tanto entre compradores como vendedores. El reciente boom de los micromolinos y la diversidad de métodos de procesado han complicado el asunto aún más, desembocando en unos mayores costes de producción sin ningún tipo de aumento en el precio para el agricultor, disminuyendo aún más el ya escaso rendimiento de su tiempo y su esfuerzo, poniendo en peligro el futuro de la industria.
Recientemente, realizó un estudio de los costes de producción basándose en diferentes variedades y procesados posteriores a la cosecha empleados, recabando algunos datos importantes acerca de la actual micro molienda y el mercado del café de especialidad. A través de su experiencia como Asesora de cuentas en la empresa de su padre (además de sus conocimientos de los mercados financieros y del riesgo cambiario), Iliana descubrió que el mayor problema era que los productores no incluían su tiempo ni sus costes de mano de obra a la hora de acordar precios empleando estos nuevos y trabajosos métodos de procesamiento: no se cuantificaban de ninguna manera. Esto conduce a una reducción desconocida del margen de beneficio de cada venta, situando a menudo el precio del café por debajo del precio de producción.
Iliana cree que los productores tienen que ser más conscientes de sus costes de producción cuando trabajan con lotes de café de especialidad – el cultivo económicamente sostenible del café, aparte de otros desafíos y riesgos para la producción del café, no será una posibilidad real hasta que entendamos cuales son los costes de todo lo que está relacionado con la producción. Arturo está de acuerdo: «Con [estos] precios tan ridículos por debajo de los precios de producción, nadie podrá subsistir».
Unidos por la motivación
A pesar de tener diferentes enfoques a la hora de afrontar el problema de los precios del café, Arturo, Diego e Iliana coinciden en una cosa: no quieren dedicarse a ninguna otra cosa. «No elegiría ni preferiría ningún otro trabajo», dice Diego. «Los desafíos [de esta profesión] hacen que este trabajo sea muy interesante para alguien de mi edad; está lleno de objetivos… [Deseo] seguir realizando un trabajo que me permita aportar estabilidad y sostenibilidad al resto de ámbitos del mundo del café».
Arturo asiente: «El café [ha sido] mi pasión desde que era un niño. Un cultivar noble es capaz de crear empleo para mucha gente y te permite estar en contacto con la naturaleza. Te ofrece la posibilidad de aprender cada día, de investigar y de conocer gente nueva».
«Creo que no existe un camino fácil, el cultivo del café es definitivamente más duro que muchos otros, pero la recompensa es proporcional al esfuerzo», dice Iliana. «Espero que finalmente Colombia aprenda lo suficiente sobre el café de modo que nuestra producción pueda abastecer tanto al mercado nacional como internacional, y que haga aumentar sus precios no por compasión, sino para que se cree una verdadera economía de oferta y demanda».
Al final de la jornada, su capacidad para resolver el problema de los precios – y de labrar su propio futuro en el mundo del café – carece de importancia respecto al cambio climático, que consideran se escapa de su capacidad de control. «Es difícil adelantarse y prever el problema», dice Diego. Arturo está de acuerdo: «Es difícil trabajar en contra de la naturaleza – en octubre sufrimos una tormenta de granizo que afectó seriamente a nuestra producción de este año y del próximo, pero no podemos hacer nada al respecto».
HORTENSIA SOLIS es Directora gerente de Viaje con Café, que organiza excursiones a regiones que cultivan café tanto para profesionales del café como para aficionados. Ha sido académica en el colegio Humboldt con más de 10 años de experiencia en el sector cafetero costarricense, orientada al cambio climático.