Cultivando café de especialidad en tiempos de conflicto: Casos prácticos en el este de África - 25 Magazine, Issue 8

La región de los Grandes Lagos de África quizá sea la zona más conflictiva del mundo.

El Dr JOSEPH KING explora el papel del café de especialidad a través de dos casos prácticos en los que reinan problemas de desarrollo y conflictos, como son los de Ruanda y el Congo oriental. Fotos: Dr. King.

Los habitantes de la región de los Grandes Lagos son tan diferentes como sus ecosistemas, definidos geográficamente por volcanes, bosques tropicales, sabanas y lagos. Numerosos grupos tribales, fronteras nacionales y alianzas políticas se extienden por la zona que incluye países como Uganda, Burundi, Ruanda y las provincias orientales de la República Democrática del Congo (RDC). Su historia siempre ha estado llena de conflictos, siendo quizá el más dramático el genocidio ruandés entre 1993 y 1994, aunque las raíces de tanta atrocidad se remontan al periodo colonial e incluso más atrás, con una repercusión que persiste a día de hoy.

La dinámica del conflicto en la región de los Grandes Lagos es una compleja mezcla de tensiones étnicas, arquitectura social colonial, acceso desigual a los recursos (minería extractiva e industrias petrolíferas), y unas instituciones de gobierno débiles. Las afinidades tribales traspasan las fronteras nacionales con un flujo relativamente libre de las comunidades, exacerbando los diferentes conflictos y causando mayor inestabilidad y grandes movimientos de refugiados y milicianos. El problema de las personas desplazadas a raíz del genocidio de hace 25 años es uno de los actuales motivos de desacuerdo político entre los gobiernos de Ruanda y del Congo. Ruanda y el Congo han estado en conflicto activo durante mucho tiempo, si bien recientemente hemos sido testigos de una alianza creada entre los dos países con el fin de resolver las disputas fronterizas y colaborar en la creación de oportunidades económicas respecto al lago Kivu.

Pasado: Ruanda

Laetitia Mukandahiro (izquierda) y Rachel Dushimiyimana (derecha) realizan la cata de cafés en un laboratorio de Huye, Rwanda. Tener un laboratorio para la cata de café dentro de la comunidad junto a las cooperativas resultó muy importante para aumentar la calidad y sensibilizar acerca de la calidad y el precio.

Laetitia Mukandahiro (izquierda) y Rachel Dushimiyimana (derecha) realizan la cata de cafés en un laboratorio de Huye, Rwanda. Tener un laboratorio para la cata de café dentro de la comunidad junto a las cooperativas resultó muy importante para aumentar la calidad y sensibilizar acerca de la calidad y el precio.

Después de 1994, la gente de Ruanda empezó a reconstruir su país asegurando sus fronteras, logrando la reconciliación social y la reestructuración sistemática de las oportunidades económicas. Ruanda ha comprendido que se necesitaban estrategias para ayudar a las comunidades a sobreponerse a estos conflictos y a crear estabilidad en la región. El liderazgo se centró en lograr un gobierno responsable que se preocupase principalmente de la necesidad de todos los ruandeses. Ruanda es un país rural: como la mayor parte de África, se trata de un país de agricultores con una serie de recursos para asegurarse el sustento limitados, siendo la vida en sus granjas esencial para la reconstrucción del país. Ruanda sabía que la agricultura, de suma importancia en todo el país, debía ser un valor estratégico clave para recuperarse tras el conflicto. A menudo el conflicto se genera o se agrava por las desigualdades existentes entre los diferentes componentes de la sociedad; los esfuerzos para fomentar el desarrollo que no van orientados hacia la agricultura se centran en los núcleos urbanos, agravando así el conflicto.

Como parte de su responsabilidad, el gobierno creó hojas de ruta detallados para transformar la economía agrícola. Estas hojas de ruta se convirtieron en algo crítico para el futuro éxito de Ruanda, planteando los problemas que había que afrontar y las soluciones que se proponían. El café de especialidad se convirtió en una de esas soluciones esenciales.

Inicialmente, las comunidades locales no tenían mucha fe en el café de especialidad. El primer obstáculo con que se encontró fue su procedencia: introducido en la región por misioneros europeos a principios del siglo XX, el café fue utilizado como cultivo comercial por las fuerzas colonizadoras durante las siguientes décadas. El segundo obstáculo: el café no es comestible, así que no podemos usarlo para alimentar a nuestra familia o al ganado. Además, las estructuras coloniales solían tener solamente una salida para el café, vendiendo las cerezas sin ninguna capacidad de influir sobre su precio. Como resultado de ello, su cultivo no se consideraba demasiado valioso. Después del genocidio, cuando las comunidades empezaron a recuperarse y buscar oportunidades, el café se descartó inicialmente en favor de otros productos que ofrecieran una solución más inmediata a las necesidades alimentarias del país.

Cuando, a la finalización del conflicto, gran parte de la población francesa y belga abandonó el país, los últimos sistemas coloniales quedaron totalmente destruidos: ya no existía ningún mercado inmediato. Sin embargo, el café (ese cultivo con poco valor) resistió a todos los conflictos. Es uno de los cultivos clave capaces de sobrevivir a los conflictos y ayudar a las comunidades a recuperarse de ellos. Los agricultores estaban empezando a desarraigar las variedades nativas de Borbón cuando surgió la oportunidad de usar los árboles para ayudar a que la economía rural se recuperase. El café era un recuso presente en todo el país. Y podía rehabilitarse rápidamente para beneficio de todo el mundo a través de un programa centrado en la organización de los agricultores para conseguir un producto de calidad.

Edwige Musabe del proyecto SPREAD (derecha) y Stephanie Curs de la Texas A&M University (izquierda). SPREAD (Sustaining Partnerships to Enhance Rural Enterprise and Agribusiness Development: Colaboraciones sostenibles para potenciar las empresas rurales y el desarrollo de la agroindustria) es una alianza establecida entre instituciones, organizaciones e industrias de EE.UU. Ruanda y Europa, fundada por la United States Alliance for International Development (USAID, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional).

Edwige Musabe del proyecto SPREAD (derecha) y Stephanie Curs de la Texas A&M University (izquierda). SPREAD (Sustaining Partnerships to Enhance Rural Enterprise and Agribusiness Development: Colaboraciones sostenibles para potenciar las empresas rurales y el desarrollo de la agroindustria) es una alianza establecida entre instituciones, organizaciones e industrias de EE.UU. Ruanda y Europa, fundada por la United States Alliance for International Development (USAID, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional).

La estrategia ruandesa posterior al conflicto se centraba casi exclusivamente en las empresas rurales y en la organización de la producción agrícola. Si bien anteriormente el café era actividad colonial / postcolonial, la revitalizada industria del café de la nueva Ruanda sería propiedad de los agricultores mediante cooperativas comunitarias. Esta capacitación amplificó la recuperación económica y social tras el conflicto: permitió que las mujeres y los huérfanos surgidos del genocidio recuperasen la esperanza en el futuro del país. Una vez garantizada la calidad de las plantas y de la producción, la industria del café de especialidad empezó a prestar atención y a ayudar al desarrollo del sector. Sin embrago, supuso un gran esfuerzo organizar a los agricultores y definir la capacidad de gestión de las cooperativas. Los agricultores sabían de sobra cómo cuidar las plantas y cosechar el cultivo, pero no tenían experiencia en la gestión de las cooperativas como compañías, en las transacciones internacionales con tostadores extranjeros y en ofrecer el producto de calidad demandado por los mercados internacionales.

El nuevo desarrollo del café ruandés se centraba en ofrecer una gestión sostenible competente en términos de calidad, medioambientales y económicos. Las cooperativas se beneficiaban de las prioridades del gobierno respecto al desarrollo agrícola: desde el interés de la comunidad internacional del café por encontrar un nuevo origen para el café de especialidad, hasta la capacidad del consumidor para contribuir al éxito de la época posterior al conflicto de Ruanda. Pero todo esto dependía de la gente de Ruanda y de que sus líderes realizaran profundos cambios en el país. El mando del país se tomó en serio sus obligaciones en lo referente a acabar con la corrupción, promover la inversión extranjera, la apertura de mercados para la exportación y el apoyo a las cooperativas dirigidas por agricultores. Era crítico contar con un buen gobierno y una acertada gestión local. En estos últimos años, los dirigentes de Ruanda siguen ampliando su progreso centrados en las interconexiones por carretera entre los cultivos y el mercado, la electrificación del medio rural y la educación de todos los niños.

Actualidad: Congo oriental

El café se seca en camas elevadas en Bukavu, Kivu Sur (RDC).

El café se seca en camas elevadas en Bukavu, Kivu Sur (RDC).

A lo largo de la frontera de la República Democrática del Congo, la dinámica de los cultivos es muy similar. Kivu Norte y Kivu Sur (las provincias del Congo oriental fronterizas con Ruanda) solían ser un centro de producción de café colonial en grandes cantidades hace algunas décadas, ahora debilitadas debido a la permanente inestabilidad y los conflictos. Tienen potencial para volver a serlo y para convertirse en otro gran origen dentro del café de especialidad; el café tiene potencial para convertirse en una herramienta critica para el desarrollo económico y la estabilidad de la región. Sin embargo, las dinámicas del Congo oriental no relacionadas con la agricultura ofrecen un contraste enorme: allí donde Ruanda ha sido capaz de centrarse en el buen gobierno y la responsabilidad, ese gran país que es el Congo continúa sumido en conflictos. Hoy, quizás Ruanda tiene el menor índice de corrupción de África; el Congo se encuentra entre los países más corruptos. Solo ahora (diciembre de 2018, en el momento de escribir este artículo) se han celebrado las primeras elecciones democráticas en el Congo desde que el país consiguiera su independencia en 1960. Aún está presente un gran grupo de fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas por todo el país, y grupos armados de milicias aún operan en gran parte de Kivu Norte y Kivu Sur.

Ya se ha trabajado mucho para facultar a la industria del café en el Congo oriental. En Kivu Sur se han introducido nuevas variedades, se han creado laboratorios de cata y se han reforzado las cooperativas con el fin de crear oportunidades económicas en las comunidades rurales. Se tiene esperanza en que esto cree algunas zonas de estabilidad en la que se pueda arraigar el progreso. Sin embargo, esto no puede hacerse de forma aislada: debe hacerse en colaboración con un gobierno que se centre en eliminar la corrupción y las barreras a la exportación del café a los mercados internacionales. Además, aún existe tensión entre las cooperativas agrícolas de más reciente formación y los antiguos sistemas coloniales que, al contrario de lo que sucede en Ruanda, persisten en el Congo. Mientras que ambos ofrecen ingresos a los agricultores, las cooperativas se perciben como la fórmula de futuro que va a suponer un fortalecimiento local y que va a garantizar la calidad necesaria para satisfacer las exigentes necesidades del mercado de especialidad. Las cooperativas permiten que haya una mayor transparencia en la cadena de valor y que los agricultores se conviertan en unos socios valorados dentro de la industria del café de especialidad.

Mirando hacia el futuro

Cafetales en un nuevo vivero de una cooperativa de Kivu Sur, RDC. Hacía años que los agricultores de las cooperativas no tenían nuevas plantas a su disposición para sustituir y ampliar sus plantaciones. Este vivero replica las variedades locales; además, se están probando nuevas variedades de fuera de la RDC localmente como parte del ensayo internacional World Coffee Research sobre variedades en múltiples ubicaciones, con el fin de introducir nuevas variedades genéticas en el Congo.

Cafetales en un nuevo vivero de una cooperativa de Kivu Sur, RDC. Hacía años que los agricultores de las cooperativas no tenían nuevas plantas a su disposición para sustituir y ampliar sus plantaciones. Este vivero replica las variedades locales; además, se están probando nuevas variedades de fuera de la RDC localmente como parte del ensayo internacional World Coffee Research sobre variedades en múltiples ubicaciones, con el fin de introducir nuevas variedades genéticas en el Congo.

Sigue habiendo dificultades en ambas Kivus. Aunque la producción del café está presente, el conflicto activo y el brote de ébola de Kivu Norte (en agosto de 2018) amenazan el crecimiento de la industria. Pese a ello, algunas compañías de café de especialidad se han comprometido con las cooperativas de Kivu para ayudar al café de Congo oriental en el futuro. Dicho apoyo aporta la presión necesaria para que el gobierno se comprometa a mejorar la investigación y el desarrollo del café de especialidad en la región y la formación de las cooperativas. La estructura del desarrollo agrícola en Ruanda es un buen punto de partida para la creación de estabilidad en Congo oriental: a pesar de la falta de confianza y del historial de conflictos entre ambos países, se están aprovechando las enseñanzas extraídas del crecimiento de la industria del café de especialidad para fortalecer las cooperativas de especialidad en ambas Kivus.

El café de especialidad ha supuesto un agente del cambio en muchos lugares del mundo que trataban de recuperarse de un conflicto. Ha servido para conectar a agricultores que antes cultivaban para subsistir con los mercados internacionales, y ha creado mecanismos para difundir un desarrollo de alto valor por toda la sociedad. Es un impulsor clave del éxito de Ruanda y de su recuperación tras el terrible genocidio, y se está aprovechando como herramienta para ayudar al Congo oriental a recuperarse tras décadas de inestabilidad. Como cultivo en tiempos de conflicto, ayuda a que las comunidades se recuperen y se reconstruyan, utilizando las fuerzas del mercado para transformar las plantaciones para la subsistencia en socios sofisticados dentro la cadena de suministro global. El café de especialidad es capaz de ofrecer la esperanza de un futuro mejor dentro del mercado de consumo agrícola. ◊


El Dr. JOSEPH KING dirige la fundación para los conflictos y desarrollo (Conflict and Development Foundation) en la Texas A&M University y es consultor sénior en el Centro para los conflictos y el desarrollo (Center on Conflict and Development) en la Texas A&M University.

¿Quiere saber más? «From Conflict to Coffee: Overcoming Barriers for Coffee Growers in the Democratic Republic of Congo» es una de las conferencias sobre Humanidades y Ciencias Sociales que se ofrecen a los asistentes a la Specialty Coffee Expo de Boston (entre el 11 y el 14 de abril). Consulte el programa completo en coffeeexpo.org.

La académica de LEAD SMAYAH UWAJANEZA ha escrito acerca de su propia experiencia viviendo y experimentando el café de especialidad en Ruanda. Lea on-line en exclusiva las noticias sobre la SCA aquí. 


Identificando cultivos resistentes a los conflictos

 Los legisladores y los profesionales del desarrollo podrán equipar a las comunidades rurales de forma más eficaz durante las épocas de conflicto si son capaces de entender las características de los cultivos resistentes a los conflictos. Ello permitirá a los encargados de la planificación a ser proactivos, ayudando al desarrollo específico en lugar de actuar de cara a la recuperación ante los desastres. Existen unas complejas relaciones entre las fuerzas armadas y las comunidades rurales antes, durante y después de los conflictos que deben comprenderse y respetarse con el fin de poder asegurar la existencia de alimentos y la recuperación posterior al conflicto.

Las comunidades pueden seguir funcionando incluso en presencia de las fuerzas armadas, por lo que los cultivos resistentes a los conflictos armados pueden seguir proporcionando alimentos a la vez que minimizan las pérdidas económicas debidas a las condiciones de dicho conflicto. Desde un punto de vista económico agrario, los «cultivos resistentes a conflictos» demuestran tener tolerancia a los conflictos cuando se trata de cantidades destinadas a la subsistencia, reduciéndose a una velocidad mucho menor (o incluso aumentando) con respecto a otros cultivos durante las épocas de conflicto. Un cultivo resistente a conflictos suponen una ventaja para los agricultores en épocas de conflicto.

En la idea de cultivos resistentes a los conflictos también subyace la noción de que no todos los que intervienen en un conflicto se tiene que marchar a otro lugar. Muchas comunidades siguen operando y sobreviviendo durante los conflictos. La creación de un marco de trabajo para identificar y el uso de cultivos resistentes a los conflictos por parte de los legisladores es un área relativamente nueva de investigación académica llevada a cabo por el Center on Conflict and Development en la Texas A&M University. Bajo este marco de trabajo, los «cultivos resistentes a conflictos» (y la ganadería) deben cumplir con alguno de los siguientes criterios:

  • Requieren un procesado considerable

  • Son difíciles de transportar

  • Tienen períodos de recolección flexibles o temporadas de cultivo cortas

  • No maduran todos a la vez

  • Requieren poca mano de obra o una mano de obra/productos menos sensibles al tiempo durante los períodos de crecimiento

  • Están íntimamente ligados a los hogares y los centros rurales

  • Mantiene una capacidad productiva para el futuro incluso si resulta momentáneamente devastada

Los cultivos que cumplen con estos criterios cambian dependiendo del país y del entorno, y, mientras que ciertos cultivos pueden ser considerados como «resistentes a los conflictos», el Center on Conflict and Development sugiere que la característica común es la dificultad que tendría un grupo armado para obtener beneficios de dicho cultivo, bien por su consumo o por su venta. Mientras que estos atributos pueden resultar convenientes para el productor, él o ella podrá ajustarse con mayor facilidad a los inconvenientes que presentan los grupos itinerantes de combatientes. Muchas partes de la RDC (y otras comunidades en conflicto en lugares como Colombia, Irak, Myanmar y Afganistán) han existido bajo condiciones de conflicto durante décadas y se han tenido que adaptar – la gente sigue necesitando comer y los agricultores siguen cultivando.

Entre los cultivos resistentes a los conflictos, el café de especialidad es único: existen otros muchos productos de consumo agrícolas (cacao, verduras, flores cortadas), pero son muy difíciles de introducir un modelo de cooperativa que genera tanto beneficio a los agricultores individuales como al café de especialidad. Las cooperativas permiten a los agricultores tener un mayor poder en el mercado como socios dentro de la cadena de valores. Mientras que la mayoría de los desarrollos agrícolas pueden mejorar las vidas de los agricultores (mayor seguridad en los alimentos, mayor sustento, mejor nutrición), un modelo cooperativo de producción de café de especialidad correctamente ejecutado puede transformar las comunidades más allá de lo que es simplemente tener más alimentos a disposición o un ligero aumento en los ingresos. A través de las cooperativas, los agricultores ven un incentivo económico considerable de mayor valor gracias a una mayor calidad y con una mayor vinculación a los consumidores internacionales.

El café ha demostrado ser un bien de consumo muy valioso para e sustento de las familias y las comunidades durante las épocas de conflicto y un activo importante que ayuda a recuperarse de los conflictos.


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